La ruta del dolor
* El drama que viven diariamente cientos de migrantes mexicanos que son deportados de Estados Unidos, no es nada comparado con lo que viven millares de desesperados centroamericanos, en su intento de cruzar nuestro país y llegar a la frontera norte
JESUS RIVERA
LA PRENSA /REPORTAJE
Así fue constatado personalmente por un grupo de defensores de los derechos humanos, quienes documentaron en Tapachula e Hidalgo, Chiapas, una serie de hechos poco conocidos acerca del trato que las autoridades de México dan a los extranjeros ilegales.
Para empezar, en Tapachula existen centenares de “casas de seguridad” a lo largo de las vías del ferrocarril.
Son cuartuchos miserables que sirven a los coyotes para mantener ocultos a los migrantes hasta que llegue el momento justo de abordar el tren...sin pagar boleto.
Algunos se arriesgan a ir sobre el techo, otros en el estribo de los vagones, y los que corren con más suerte, en el interior de los compartimientos.
La ruta que sigue el ferrocarril inicia en Tapachula, sigue hasta Coatzacoalcos, Tampico, San Luis Potosí y Monterrey, hasta llegar a Nuevo Laredo o Reynosa, desde donde intentarán cruzar hacia los Estados Unidos.
Muchos ni siquiera saben su destino. Algunos llegan al Distrito Federal o a Guadalajara, donde son detenidos por Migración y devueltos a Tapachula donde existe una de las estaciones migratorias más grandes del país.
Ahí se hacinan cientos o miles de frustrados migrantes que buscarán en la primera ocasión que tengan, embarcarse nuevamente con rumbo a la frontera norte.
En poblaciones como El Carmen, Guatemala, limítrofe con Hidalgo, Chiapas, los “coyotes” o “polleros” trasladan sobre las aguas del Río Suchiate a sus clientes a bordo de improvisadas balsas, hechas con cámaras de llanta sobre las cuales se amarran varias tablas.
En Hidalgo, existe una oficina donde se contrata a trabajadores centroamericanos en un programa que les permite laborar en las fincas de la región. Los dueños de esas fincas, posteriormente, “venden” el permiso a los “coyotes” quienes a su vez los utilizan como justificación para que puedan permanecer en el país mientras cruzan territorio mexicano.
Los migrantes de Guatemala, Honduras y El Salvador son víctimas del abuso de delincuentes y autoridades mexicanas, durante el trayecto.
José Alfredo López Godínez, oficial responsable de la Oficina de Atención al Migrante de El Carmen, Malacatan San Marcos, Guatemala, asegura que “debido a la crisis económica que hoy en día se vive, se ven obligados a migrar en busca del famoso “Sueño Americano” y que en el transcurso del camino se convierte en su peor pesadilla, ya que por el hecho de andar buscando un mejor futuro para ellos y sus familiares, son objeto de múltiples abusos por parte de las diferentes autoridades, delincuencia común y de los polleros o coyotes”.
En un monitoreo efectuado por esa oficina a los migrantes deportados de México, se establece que los riesgos que pasaron son principalmente hambre, frío y deshidratación, en el 65% de los casos, y riesgo de perdida de la vida durante el abordaje del tren (35%).
El 62% manifestaron que fueron víctima de abusos mientras que el 38% mencionó que no.
“Consideramos que esto se debe al temor de expresarlo”, señala López Godínez.
En cuanto al tipo de abuso, reporta-ron intimidaciones (8%), abuso de autoridad (25%), estafa (8%), amenazas (2%), agresiones físicas (14%), robo (19%) y agresiones psicológicas y verbales (24%).
Los responsables de esos abusos son: agentes de migración (49%), agentes de aduanas (2%), delincuencia común y maras (26%), policías en sus diferentes niveles (21%) y Naval Mexicana (2%).
“Es alarmante y terrible -agrega- que las propias autoridades de Migración sean los responsables de estos abusos, ya que en diversas ocasiones se dedican a estafar a los migrantes pidiéndoles cantidades de dinero por dejarlos salir de los lugares de encierro, a la vez no pudiendo identificar que tipo de policías son los que cometen estafa y el delito de cohecho, pidiéndoles dinero o quitándoselos, estas cantidades oscilan entre 300.00 y 3,000.00 pesos. En relación a las personas que cometen ese tipo de abusos, 90% son mexicanos y 10% guatemaltecos”, agregó.
De enero a junio de este año, el Gobierno Mexicano deportó a un total de 97,795 personas, de las cuales, 36,821 eran guatemaltecos, 20,546 salvadoreños y 40,428 hondureños.
El hecho de que el 85% de ellos sabe leer y escribir “desmiente la teoría de que solo los analfabetas van en busca de una vida mejor”, asegura el funcionario.
El 59% de los encuestados dijeron tener solamente la primaria, 17% secundaria, 21% con nivel diversificado y el 3% son profesionistas.
“Esto enmarca la tendencia de que la estructura económica en (estos países) golpea no solo a la clase paupérrima sino también a los profesionales que en un momento determinado luchan por salir adelante”, apuntó López Godínez.
La oleada de migrantes centroamericanos, a pesar de los riesgos y peligros que los acechan en la ruta hacia el norte de México, afecta ya la estabilidad social y económica de la región.
Quienes no logran pasar hacia los Estados Unidos se quedan por tiempo indefinido, ya sea en los albergues, en las bancas de las plazas o en casas abandonadas. Algunos se dedican a la delincuencia y otros logran colocarse como vendedores informales mientras llega la oportunidad de volver a intentarlo.
JESUS RIVERA
LA PRENSA /REPORTAJE
Así fue constatado personalmente por un grupo de defensores de los derechos humanos, quienes documentaron en Tapachula e Hidalgo, Chiapas, una serie de hechos poco conocidos acerca del trato que las autoridades de México dan a los extranjeros ilegales.
Para empezar, en Tapachula existen centenares de “casas de seguridad” a lo largo de las vías del ferrocarril.
Son cuartuchos miserables que sirven a los coyotes para mantener ocultos a los migrantes hasta que llegue el momento justo de abordar el tren...sin pagar boleto.
Algunos se arriesgan a ir sobre el techo, otros en el estribo de los vagones, y los que corren con más suerte, en el interior de los compartimientos.
La ruta que sigue el ferrocarril inicia en Tapachula, sigue hasta Coatzacoalcos, Tampico, San Luis Potosí y Monterrey, hasta llegar a Nuevo Laredo o Reynosa, desde donde intentarán cruzar hacia los Estados Unidos.
Muchos ni siquiera saben su destino. Algunos llegan al Distrito Federal o a Guadalajara, donde son detenidos por Migración y devueltos a Tapachula donde existe una de las estaciones migratorias más grandes del país.
Ahí se hacinan cientos o miles de frustrados migrantes que buscarán en la primera ocasión que tengan, embarcarse nuevamente con rumbo a la frontera norte.
En poblaciones como El Carmen, Guatemala, limítrofe con Hidalgo, Chiapas, los “coyotes” o “polleros” trasladan sobre las aguas del Río Suchiate a sus clientes a bordo de improvisadas balsas, hechas con cámaras de llanta sobre las cuales se amarran varias tablas.
En Hidalgo, existe una oficina donde se contrata a trabajadores centroamericanos en un programa que les permite laborar en las fincas de la región. Los dueños de esas fincas, posteriormente, “venden” el permiso a los “coyotes” quienes a su vez los utilizan como justificación para que puedan permanecer en el país mientras cruzan territorio mexicano.
Los migrantes de Guatemala, Honduras y El Salvador son víctimas del abuso de delincuentes y autoridades mexicanas, durante el trayecto.
José Alfredo López Godínez, oficial responsable de la Oficina de Atención al Migrante de El Carmen, Malacatan San Marcos, Guatemala, asegura que “debido a la crisis económica que hoy en día se vive, se ven obligados a migrar en busca del famoso “Sueño Americano” y que en el transcurso del camino se convierte en su peor pesadilla, ya que por el hecho de andar buscando un mejor futuro para ellos y sus familiares, son objeto de múltiples abusos por parte de las diferentes autoridades, delincuencia común y de los polleros o coyotes”.
En un monitoreo efectuado por esa oficina a los migrantes deportados de México, se establece que los riesgos que pasaron son principalmente hambre, frío y deshidratación, en el 65% de los casos, y riesgo de perdida de la vida durante el abordaje del tren (35%).
El 62% manifestaron que fueron víctima de abusos mientras que el 38% mencionó que no.
“Consideramos que esto se debe al temor de expresarlo”, señala López Godínez.
En cuanto al tipo de abuso, reporta-ron intimidaciones (8%), abuso de autoridad (25%), estafa (8%), amenazas (2%), agresiones físicas (14%), robo (19%) y agresiones psicológicas y verbales (24%).
Los responsables de esos abusos son: agentes de migración (49%), agentes de aduanas (2%), delincuencia común y maras (26%), policías en sus diferentes niveles (21%) y Naval Mexicana (2%).
“Es alarmante y terrible -agrega- que las propias autoridades de Migración sean los responsables de estos abusos, ya que en diversas ocasiones se dedican a estafar a los migrantes pidiéndoles cantidades de dinero por dejarlos salir de los lugares de encierro, a la vez no pudiendo identificar que tipo de policías son los que cometen estafa y el delito de cohecho, pidiéndoles dinero o quitándoselos, estas cantidades oscilan entre 300.00 y 3,000.00 pesos. En relación a las personas que cometen ese tipo de abusos, 90% son mexicanos y 10% guatemaltecos”, agregó.
De enero a junio de este año, el Gobierno Mexicano deportó a un total de 97,795 personas, de las cuales, 36,821 eran guatemaltecos, 20,546 salvadoreños y 40,428 hondureños.
El hecho de que el 85% de ellos sabe leer y escribir “desmiente la teoría de que solo los analfabetas van en busca de una vida mejor”, asegura el funcionario.
El 59% de los encuestados dijeron tener solamente la primaria, 17% secundaria, 21% con nivel diversificado y el 3% son profesionistas.
“Esto enmarca la tendencia de que la estructura económica en (estos países) golpea no solo a la clase paupérrima sino también a los profesionales que en un momento determinado luchan por salir adelante”, apuntó López Godínez.
La oleada de migrantes centroamericanos, a pesar de los riesgos y peligros que los acechan en la ruta hacia el norte de México, afecta ya la estabilidad social y económica de la región.
Quienes no logran pasar hacia los Estados Unidos se quedan por tiempo indefinido, ya sea en los albergues, en las bancas de las plazas o en casas abandonadas. Algunos se dedican a la delincuencia y otros logran colocarse como vendedores informales mientras llega la oportunidad de volver a intentarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario